"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos" | SURda |
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23-12-2021 |
Marcelo Marchese
Los aberrantes crímenes de la dictadura militar, que incluyen niños violados delante de sus padres y personas castradas, pueden tener otra vuelta de tuerca.
El lector sabrá que las dictaduras militares, amén de erosionar el tejido social y la moral de nuestra sociedad, fueron una situación ideal para dar rienda suelta al goce perverso de un conjunto de psicópatas bajo la cobertura del Estado. No es aconsejable para una sociedad que esos crímenes queden impunes, que quede impune el Estado que los amparó, alentó y financió, y que no se repare a las víctimas, cuando el Estado, precisamente, está para defendernos y no atacarnos, pero mientras nuestra sociedad encuentra, de forma harto dificultosa, la manera de resolver este asunto, muy oscuros intereses llevan agua para su molino.
Se trata, como pudiste apreciar estos dos últimos años, de instrumentar un gobierno mundial donde los Estados nacionales quedarán reducidos a meros administradores antes de desaparecer definitivamente.
Las pruebas son elocuentes, pues en rigor, quien ha dictado las órdenes que han seguido casi todos los países, es la OMS, amén de que en dichos países no han gobernado quienes fueron elegidos para gobernar, sino juntas de científicos vinculados de una u otra manera a la industria de la medicina y las farmacéuticas. Antes de las medidas pandémicas, la realidad no era demasiado entusiasta, ya que los organismos crediticios internacionales brindan el dinero a cambio de hojas de ruta nada halagüeñas, por lo que nuestros gobernantes terminan aplicando dichas hojas de ruta nada halagüeñas, y en suma, la debilidad de los Estados llega al límite de aceptar, no sólo contratos para solventar inversiones desastrosas como la de UPM, sino al límite de aceptar contratos para comprar una vacuna ineficiente, y además, peligrosa, contratos cuyos contenidos aún permanecen secretos, pues así lo impone quien fabrica la vacuna ineficiente, y además, peligrosa.
En términos jurídicos, la discusión planteada es quién tiene la preeminencia, si el derecho interno y propio de los Estados, o el derecho internacional. De momento, prima el derecho interno, pero con toda evidencia, si las cosas siguen como están, será barrido por el derecho internacional, que es el derecho que imparten los organismos internacionales, todos y cada uno, dependientes del capital financiero.
Tenemos entonces que el mismo capital financiero que auspició las dictaduras militares en el continente, hoy se encarga de castigar los crímenes que promovieron esas dictaduras militares en el continente con un evidente propósito: implantar una dictadura sin parangón en los anales de la Historia.
Cada vez que en aras de la justicia se apele a estos organismos que pretenden sustituir a nuestros Estados, se estará preparando el terreno para futuras injusticias. Es como si, a la hora de protegernos del lobo, fuéramos a pedirle ayuda al tigre.
El tema es harto delicado, pues hablamos de gente que ha perdido a sus padres y a sus hijos, y hablamos de horribles maldades difíciles de imaginar, pero amén de estar atentos al pasado, debemos estar atentos al presente, y en nuestro presente se violan todos los días los derechos de las personas, que son derechos que establecieron las constituciones. Astutos personajes han denominado a esos derechos como "Derechos humanos", pero es dudoso que el hombre nazca con algún derecho, cuando son las sociedades humanas las que establecieron, tras millones de años de conflictos sangrientos, esos derechos. No hay palabras inocentes, y no se eligen de manera inocente las falsas palabras "derechos humanos" en vez de "derechos constitucionales", pues con toda malicia se encuentran bajo ataque las constituciones.
Tal vez estés desconforme con tu gobierno, o con los políticos en general, pero sobre uno y otros tenés formas de presionar, e incluso, sabés quiénes son, ahora, con respecto a lo que se quiere imponer, no tendrás manera de presionar ni sabrás quiénes son ni dónde están ¿Has probado a quejarte ante la OMS o el BANCO MUNDIAL? ¿Has logrado que facebook o youtube te contesten por alguna arbitrariedad perpetrada? Por supuesto, si tu reclamo, a la postre, erosiona la soberanía nacional, será atendido, pero un reclamo así no es otra cosa que cobijarse en la cueva del tigre para escapar del lobo moribundo que trabaja para el tigre.
Se encuentran bajo ataque, entonces, las soberanías nacionales, y las modalidades del ataque son numerosas, a saber: la campaña sobre la inmoralidad de los políticos; el retroceso de las actividades estatales perpetrado durante la pandemia; los contratos de inversión como el de UPM2, que deterioran la capacidad de legislar y juzgar de las naciones; la digitalización de la economía y del debate público que ningún gobierno logra sofrenar y ni siquiera legislar; el constante apelar a los organismos internacionales para resolver los problemas reales o imaginarios; y el imponer un pánico cerval, como el de la peste o el calentamiento global, para que venga un gobierno mundial y todopoderoso que saque las castañas del fuego.
En última instancia, habida cuenta de los peligros reseñados, lo que inclinará la balanza hacia uno u otro lado no es otra cosa que la fortaleza de nuestra identidad. Sin identidad, no hay destino. Los constituciones y los Estados devienen de una lenta obra cultural. Es la cultura de un País la que ha construido todo lo que ha logrado ese País, y esa cultura, para elaborarse, requiere de una sensibilidad, así como la inteligencia es resultado de una manera de sentir. "Pinta tu aldea y pintarás el mundo" , que también podría escribirse así: "Si no te amas a ti mismo, no podrás amar nada" , por lo que la defensa de nuestra soberanía está indisolublemente ligada a la defensa de nuestra forma de sentir, lo que lleva a que cada vez que disfrutemos de Alfredo Zitarrosa y Mario Levrero, cada vez que disfrutemos de un asado y un mate amargo, estaremos, sin saberlo, por el mero hecho de gozar de las cosas hermosas que nos ha dado nuestra tierra, dando una vital lucha política.
Se trata de vivir nuestra vida a nuestra manera, pues otra cosa no vale la pena, pero hay que estar atentos, no sea cosa que creyendo que hacemos el bien, laboremos para nuestro mal. Gente que tiene el poder para planificar, planificó las dictaduras militares hace mucho tiempo. Hoy, cosecha su siembra. Pero eso no es todo, y ni mucho menos, lo peor. Lo peor es que, como ha hecho siempre el que cosecha, usa de esa cosecha para sembrar de nuevo, y usa de muy buenos propósitos y loables sueños de las personas para el día ineluctable de su cosecha siniestra.
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